sábado, 14 de marzo de 2015

En Casa I

Junio, 2010
Lali abrió sus ojos exactamente a las tres de la mañana. Hoy era el día. Hoy...
Se quitó la frazada y buscó en el placard la ropa que ella ya había ordenado para salir. Era lo más decente que tenía, ya que nunca salía de casa. Nunca tocó el cesped, ni cruzó la calle, nada.
Se colocó esa jean ajustado, unas zapatillas comunes color negras y arriba una remera un poco desteñida con una campera rosada. Tomó la enorme mochila que encontró, urgando, entre las cosas de su padre y que hacía varios días venía llenando con cosas que creía que iban a ser útiles en su camino a la adolescencia.
–Bien, puedes lograrlo –se dijo a sí misma mientras se miraba en el espejo. Ya no era más la pequeña de nueve años indefensa, incrédula e inocente. Ya era una jóven de dieciséis años en busca de la felicidad.
Metió por último una foto de ella abrazada a su mejor amiga, Eugenia.
–Cómo te extraño, amiguita... –susurró pasando su dedo índice por la figura de Euge en la foto– Todo esto lo hago por vos, sabelo –sonrió.
Abrió suvemente la puerta de su habitación. De leeejos se escuchaban los ronquidos de Carlos. Indefensamente dormido.
Colocó su mochila en los hombros. Cerró la puerta y se concentró. Si algo que le puede servir para escaparse eran sus poderes, sí. Forzó la mente y la cerradura de su ventana cedió. Ya que Carlos le pasaba una tarjeta para que esta abriera y sólo el podía abrirla. Todo para que Lali no pudiera escapar. Pero había sido tan ingenuo de olvidarse de los clásicos poderes de su hija: Romper cosas, mover cosas, leer los pensamientos...
Se acercó a esta y sintió el suave rocío que caía a esas horas de la madrugada. 
Ahora se venía lo peor: ¿Cómo haría para bajar desde el balcón? Si se tiraba, se moría. Y para colmo, sus poderes no funcionan contra ella. Sino haría el clásico moviento y bajaría como volando. O al menos, bajaría la intensidad del golpe, para no caer tan duro.
Pero si ella no podía bajar volando... Podría hacer que algo volara y la llevara encima, ¡Claro!
Buscó en su habitación algo que la ayude. Bingo: La silla del escritorio.
Pujó de ella hasta alcanzarla al balcón y, con mucha fuerza, la levantó en el aire. Esto la hacía marearse, la silla era demasiado pesada para su cabeza. Pero debía hacerlo, por su libertad.
Como pudo, se subió a esta. Pero al hacerlo hizo dos metros suaves y los otros cinco tan rápido que se terminó golpeando contra el suelo y haciendo un lío tremendo. Lo que hizo despertar a Carlos.
–Mierda –susurró por lo bajo y comenzó a correr. El mareado le hacía la vida imposible pero debía hacerlo. Cómo sea.
Hizo cuatro cuadras a puro trote. La calle estaba completamente vacía. Perdió de vista todo. Pero creía que Carlos ya se había dado cuenta y la estaría buscando, no debía detenerse ahora.
–Uff –suspiró cansada. Estaba parada en medio de una plaza– Lo hice... –susurró y sonrió victoriosa para ella misma– ¡Soy libre!
Se quitó la mochila y se tiró en el húmedo pasto. Sintiendo su aroma. El viento hacía que le den escalofríos: Se hubiese abrigado más. 
Luego de tres horas caminando sin rumbo, ya eran las seis y media de la mañana. Ya podía ver autos, gente caminando, chicos uniformados para el colegio, gente, mucha mucha gente.
Debía buscar un empleo que la ayude a sobrevivir en este nuevo mundo. Sabía que a los dieciséis años debía estar en la escuela. Revisó en su mochila la plata que había podido ''robar'' de su casa. En total eran dos mil quinientos pesos. Era mucho y a la vez poco: Tenía que comprar útiles, si quería comenzar el colegio. La renta de un apartamento, donde pueda vivir. La cuota de luz, agua, gas de este. La comida. La ropa. ¡Qué embole!
Un cartel llamó su atención, estaban abiertas las clases para conseguir una beca. El edificio era una gran construcción color beige y en la entrada había un gran cartel redondo que decía ''Colegio Mandalay''. Miró los uniformes de los jóvenes que entraban en aquel lugar: era una especie de chomba abierta con botones más una pollera, por parte de las chicas, y un pantalon blanco para los varones. Le pareció un asco pero si quería, al menos, librarse de la cuota mensual del colegio debía ponerselo.
–Buenas –le dijo amablemente a la señora que estaba en administración–. Vengo por una beca.
–Llene este formulario allá –señaló una sala dónde había varias mesas para poder anotar– Y luego venga. 
–Gracias –se dirirgió a tal lugar.

–A ver... –dijo golpeando suavemente con el lápiz sus mejillas– ¿Nombre? Lal... Digo, Mariana Espósito. ¿Edad? Dieciséis años. ¿Por qué cree usted que debería tener esa beca? Por que si. Ah pará, no puedo poner eso –decía tachando lo que puso. Se quedó un momento pensativa– Tengo bajo nivel de economía. Quiero y necesito estudiar. ¿Cómo es su promedio, del 1 al 10 en las calificaciones? No fuí a ningún colegio antes. Solo sé leer y escribir. Pero si ganaría la beca prometo estar al día con las calificaciones. De verdad quiero el puesto. ¿Número por el cual podamos contactarnos con usted? ¿Qué clase de pregunta es esta?
Lali nunca presenció un celular, un telefono o vías de internet. No iba a contestar algo que precisamente no sabía.
–Listo. Ah, la última no la pude contestar. No sé de lo que me hablaba –le dijo avergonzada a la recepcionista.
–No pasa nada –le sonrió– No es el primer caso de gente que no sabe que es un celular. Además, era opcional. 
–Ah, está bien. ¿Y cuando debo venir para saber si tengo la beca o no? –preguntó.
–Pasado mañana cierran las inscripciones con beca. El miércoles de la semana que viene a las seis y media van a tener los resultados. Tenés que venir si o si. 
–Bueno –sonrió– Gracias por todo –se estaba por ir, cuando se dió media vuelta y vió un gran pasillo de donde salían y entraban varíos alumnos. Volvió a la recepcionista–. Disculpe, otra vez –rió–. Pero, ¿Qué es eso?
 –El Mandalay no sólo es un colegio. Acá viven varios alumnos que sus padres dejaron ya que no podían mantenerlos, o que tienen un largo trayecto desde su hogar hasta acá. Entonces viven acá, estudian acá, comen acá. Lo único malo es que comparten habitaciones –se encogió de hombros–. Pero a ellos no parece importanles.
–Ahh... ¿Y cómo se consigue? 
–Si obtenés una beca, te saldría ciento cincuenta pesos mensuales. Si no, quinientos.
A Lali le pareció buenísima oferta. Esta era como una residencia: Comida, clases, habitaciones, gente...
–Anotame también para eso –sonrió.
–Buenísimo entonces, ¿Vos eras Mariana, no? –dudó y Lali asintió– Bueno, ya estás. Si tenés alguna duda o algo acercate hasta acá. Si no estoy, búscame por el nombre de Paz. Siempre estoy en el colegio, pero sólo este día en recepción.
–Entendido. Paz. –rieron– Nos vemos.
–Hasta luego.
Salio muy -demasiado- contenta: si ganaba esa beca podria estudiar en el gran Colegio Mandalay, de paso alquila una habitacion y ya tiene donde dormir, y de paso tiene un comedor y una cafeteria donde comer, y de paso tiene actividades fisicas, y de paso, nuevos amigos, nueva gente. Sonrio.
De todas formas ahora debia buscar un lugar para alojarse en esos dias de espera. Habia que ponerse en marcha.
Iba caminando por la plaza, cuando vio un auto color rojo recorriendo las calles. Lo reconocio y rapidamente se fue a ocultar en unos arbustos. El coche estaciono y el hombre que bajo no era nada mas y nada menos que Carlos, buscandola.
–Disculpe, ¿No ha visto a una joven, morocha, petisita y sola caminando por estos lugares? –logro oir desde su escondite.
–La verdad que no –le contesto el hombre al cual le habia preguntado.
–Gracias de todas formas –dijo.
Estuvo unos minutos recorriendo aquella plaza, Lali no salia por miedo a que la encuentre: si lo hacia, se iba a comer una penitencia que ni ella se podia imaginar.
Ni bien Carlos subio a su coche y se fue -alfin- La pudo salir de su escondite y adentrarse en un edificio.
–Hola, ¿Cuanto cuesta un alojamiento de siete dias? –le pregunto al recepcionista. 
Se habia metido en un hotel dos estrellas que, como no estan en epoca de vacaciones, se encontraba casi vacio. 
El hombre tecleo un tanto en su computadora y luego volvio su vista a la joven de ojos marrones.
–Serian mil setecientos –contesto.
–Bien. Quiero una habitacion entonces –le dijo pasandole el dinero justo. El hombre miro hacia atras para recoger una llave del dormitorio y se la ancanzo.
–Habitacion quince, tercer piso. Podes usar el elevador esclusivo para clientes.
–Bueno, gracias –sonrio y camino hacia el ascensor. Entro y presiono el numero tres, para que la dejara en aquel piso.
Al abrirse la puerta logro encontrarse con un pasillo cuadrado, del cual salian varias habitaciones.
–A ver... –dijo revisando su llave– Habitacion doce... trece... catorce... quince. –se detuvo frente a una puerta de algarrobo que llevaba las siglas ''XV'' en plata pegadas a esta– Aqui estas –coloco la llave y le dio dos vueltas a esta.
La habitacion estaba pintada de un verde agua. Un gran ventanal que daba vista a la plaza y una puerta aparte: donde se encontraba el baño privado. Habia una cama de dos plazas de madera y en la punta de esta estaban bien acomodadas dos toallas -una de mano y otra de cuerpo entero- mas un pequeño jabon de olor a jazmines. Enfrente de la cama habia un mueble con cajones -vacios- para poder guardar su ropa alli y en la parte superior habia un televisor plasma, mas el control remoto para utilizarlo. El resto eran todos adornos, dentro de los cuales entraba un jarron ubicado en la punta del area y famosos cuadros en las paredes.
 La semana paso completisimamente aburrida. Temia a salir afuera por que el auto de Carlos podria estar afuera. No usaba y tampoco necesitaba los poderes. Solo los usaba para mover la palanca para que la luz de la habitacion se prendiera y se apagara. Nada mas.

Hoy era el dia. Se levanto de buen humor, por lo menos hasta ahora, se puso una remera lisa color rosa, un short de jean, zapatillas y en su espalda, su delicada mochila con objetos personales.
A esa hora no parecia haber mucha gente en la calle, tan solo unos cuantos autos y los jovenes que ingresaban a esta hora al Colegio Mandalay: donde proximamente iria ella, al menos eso creia.
Una vez que ingreso estaba Paz, la cual le indico que se acercara a la planilla que estaba en el pasillo. Llego hasta ahi, tomo aire y busco la categoria de becas.
–Malena Cabrera, Agustina Ross, Thiago Bedoya Aguero, Candela Vetrano, Nicolas Ramirez, Noah Garcia Iturbe... Mariana Esposito –sonrio. Si, habia obtenido una beca.
Ahora venia el alojamiento, era igual o mas importante que la beca.
–Candela Vetrano, Nicolas Ramirez, Esperanza Bauer, Mariana Esposito –murmuro con exceso de felicidad, tambien habia conseguido ese lugar. Se acerco a administracion, donde la esperaba Paz con una alegre sonrisa.
–Bienvenida al Colegio Mandalay –rio– Esta tarde a las tres hay un tour por el colegio. Te van a mostrar donde conseguir la ropa, ¿Que talle tenes? –pregunto entusiasmada. Habia conocida a Lali hace una semana y le caia genial, parecia una espectacular chica.
–Si no me equivoco, dieciseis de chicos –ambas rieron ante el chiste.
Pero era cierto, Lali tenia un metro cincuenta. Pies pequeños, mayormente con plataformas para disimular lo pequeña. Ademas, tenia un muy pero delicado cuerpo, bien formado.
Se despidio de Paz emocionada por el nuevo lugar y alli estaba nuevamente el auto de su secuestrador.
¿Como sabe donde estoy? Se pregunto asi misma mientras se agachaba. Ya que Carlos miraba cada detalle del parque.
Era como si la presentia.
Una vez que se distrajo, Lali corrio lo mas rapido que pudo hasta entrar en el hotel donde habia estado toda esta semana
 *
–Este es el uniforme –le dijo la guia extendiendole a cada uno de esa pequeña clase un distinto color de uniforme– Es depende su talle, los mas pequeños llevan anaranjado –Lali miro su remera, rio de ella misma por ser tan chiquita– Los mas medianos van a llevar verde y los demas, celestes. Vayan a aquellos cambiadores –dijo señalando– y vistanse... ¡Bien Mandalayo! –grito por ultimo.
Lali se metio en un probador y ahi empezo a quitarse su desgastada ropa para ponerse esa tan ridicula, pero a la vez linda y comoda ropa del colegio.
Al lado se escuchaba una chica de voz suave y fina, al parecer parecia quejarse porque no le entraba la pollera. Ahogo una risa y salio del ''camarin''. Al rato, pudo divisar a la que parecia haber peleando con su uniforme. Era una flaquita, morocha, color cafes. Tenia una mediana estatura y unos suaves rizos formados en su cabello, que le llegaba hasta un poco mas abajo de los hombros. Ella la miro inocente y se acerco.
–Hola –dijo– Me llamo Candela, ¿Y vos?
–Mariana –le sonrio– Pero podes decirme Lali.
–Bien, Lali.
El grito de la guia las quito de sus miradas complices y compañeras. Lali sintio el pensamiento de Cande.
–Yo tambien creo que seras una gran amiga –murmuro. Audible aunque Can no la haya escuchado.
–Ahora –explicaba la guia– Van a ir a conocer sus habitaciones. A ver... –saco una lista– Antes quiero aclarar que las habitaciones son de cuatro personas. Chicas por un lado, chicos por otro. Ahora si: Bauer Esperanza, Ross Agustina y Cabrera Malena. Tienen la habitacion veintidos –sonrio–. Es por este pasillo hasta lo ultimo y luego doblan a la izquierda. Van a tener de compañera a Rocio Igarzabal, que ha llegado hace unos dias y permanece sola en la habitacion, hasta ahora –hizo espacio para que las dichas chicas fueran cargando sus valijas hasta la habitacion–. Bien... Seguimos: Esposito Mariana y Vetrano Candela, ustedes tienen el cuarto diez, que es este –retrocedio dos pasos y señalo la puerta indicada–. Paula Reca es su compañera. Tambien esta sola.
Luego siguio nombrando a los demas. Cosa que tanto a Lali como a Cande no les importaban. Se acercaron y tocaron dicha puerta. Escucharon un ''Pase'' de adentro. Entraron y era una habitacion pintada de verde. Tenia dos camas en la pared y abajo de estas habian escritorios. Las otras dos estaban comunmente encontra de la pared. El resto eran dibujos y cuadriculas donde habia una etiqueta vacia, suponieron que era para anotar el nombre de la dueña del ''placard''. Arriba de una de las camas flotantes habia una chica algo cachetona, con el cabello rojizo y una gran sonrisa.
–Bienvenidas. Soy Paula, sere su compañera de habitacion –sonrio y tanto Lali como Cande le devolvieron el gesto.
–Soy Mariana. Pero llamame Lali. Ella es Candela –dijo señalandola.
Lali se sentia en casa. Por primera vez en toda su vida.
Por este capitulos no hay acentos. Mi hermanito tiro jugo arriba de unas cuantas teclas y ahora no andan [Ya lo maté, ahre] 
No sé que le pasa a Blogger no me deja poner todo juntos así que estan todos los dialogos y parrafos separado. Pero igual se entiende asi que(?
Estaba viendo y el nivel de comentarios bajó MUCHÍSIMO. Se fué de 6-7 a 2-3, y lo peor es que yo veo las visitas en cada capítulo y siempre es lo mismo, osea que no comentan. Si no les gusta la trama me lo dicen y trato en lo posible de hacerla más entretenida para no aburrirlas. O sino voy a subir capítulo cuando me sienta satisfecha con que a ustedes les esté gustando esto. Nosé. Hoy subo este para cumplir, ya que hay chicas que si están presentes y los agradezco millones. Tengo otro capítulo hecho, depende de ustedes si lo subo, o no.
Juli. (@esposmysmile)

6 comentarios:

  1. Holaaaaaa acabo de empezar a leer la nove y estaaa muuuy interesante aparte de buenaaa desde ahora tienes a una lectora fiel a si que espera mi comentario en cada capitulo que buena que va a hacer la amistad candeli sabes cuando lei paula reca dije PROBLEMAS ojala que no sea a si quiero ver a paula como amiga de lali espero que pronto sea el encuentro LALEUGE lo que sera eso por esooo por diooos ya quiero leerlo estaaa muuy buena la nove esperando el proximo capitulo con ansias GENIAAAA

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    1. Hola, ¡Bienvenida al blog!
      Esperemos que con Paula mantenga amistad porque es algo loco ya que en la mayoría de las novelas siempre es la mala jajaja. Con Cande esta aseguradísimo que se va a llevar bien. Y el encuentro Laluge se dará, ¡Pero más adelante!

      Gracias por comentar<3

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  2. Me encanta como escribis, seguila porfa, me re cope!

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  3. Dale seguila,( ayer no pude comentar xq estaba en la capital, y cuando regrese estaba muerta de cansancio)

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  4. MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS QUIERO SAVER MAS

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