lunes, 16 de marzo de 2015

En Casa II

¡Holaa! Capítulo dedicado a las nuevas lectoras, ante que nada, ¡Bienvenidas! También a Mimii y Mariana Laliter que siempre comentan y son unas grosas, ¡Un besotototote!

En Casa II

 –Bien. Aquella es mi cama –señaló Paula una cama al lado de la ventana–. Las otras están desocupadas, pueden ir dónde quieran. Paz me dijo que iban a llegar, así que acomodé un poco la habitación. Creánme que cómo estaba sola había acomodado todo a mi gusto y esto era un quilombo –rieron.
Lali tomó una cama flotante y dejó su mochila ahí. Cande se acomodó en la otra de abajo que estaba desocupada. 
–Bien, ahora... ¿Qué se hace? –preguntó Lali curiosa a Paula.
–Y... No sé, depende lo que vos elijas, tenés muchas clases lindas para ir: Taller, música, literatura, matemática y contaduría, ciencia, pensamiento lateral, etcétera –hizo una pausa–. Sí o sí tenés que inscribirte a siete clases, es el mínimo. Después si querés ir a más no tienen problema. Pero siete es el mínimo.
–Dale, gracias.
Paz entró y miró con alegría a Lali y a Cande.
–Veo que ya conocieron a Pauli –rió–. Mariana y Can, hoy tienen el día libre. Van a poder recorrer el colegio y mirar las clases, para poder presenciar que se hace en cada una y así poder inscribirse en la que más les guste.
–Gracias Paz –dijo Cande y Paz salió.
–Che, ¿Así se usa en uniforme, verdad? –preguntó Lali saltando de la cama.
–Sí –dijo Paula mientras miraba cada detalle.
–Vamos a recorrer Lali –dijo Cande y esta la siguió– ¿Venís? –le preguntó a Paula.
–No. Tengo una clase en diez –respondió.
–Bueno, nos vemos.
Ambas jóvenes salieron a recorrer el Mandalay.
–¿Y bien? –empezó Lali– ¿Porqué estás aquí?
–Mi familia me abandonó cuando era chiquita en un bosque de Misiones. Una señora llamada Silvia me adoptó, pero a mis siete ella falleció –contaba Cande–. Su sobrino me maltrataba. Así que trabajando como mucama de un hotel...
–¿Trabajaste a los siete? –interrumpió Lali poniéndose ambas manos en los bolsillos.
–Sí, pero me pagaban doscientos por día así que en una semana pude renunciar. Tomé un colectivo hacía Buenos Aires. Era muy pequeña. Estuve en un hogar de menores durante nueve años. Por alguna razón me dejaron ir antes de ser mayor de edad. Ahora tengo diecisiete. Encontré esta escuela y bueno, el resto ya lo sabés –sonrió– ¿Vos?
–Amm... –comenzó Lali– A mí mi papá me tuvo encerrada desde que nací hasta que me pude escapar hace una semana y un par de días –contó evitando algunas partes.
–¿Así de simple?
–Sí.
–¿Y tu mamá?
Oh rayos pensó Lali. Ella no tenía mamá. Era como un experimento.
No estuvo en la panza de nadie durante nueve meses. Los cientificos la habían creado y a eso se debían los poderes.
Se encogió de hombros ante la pregunta de Cande.
–¿Te molesta si seguís sola? Quiero ver que tal el taller de Literatura –dijo Cande mirando hacía la puerta del salón, dónde varios alumnos iban acomodándose en los bancos.
–No, voy a seguir viendo. Este colegio es muy lindo y colorido.
Cande se despidió de Lali y se quedó mirando la clase.
Ella siguió caminando, pasando por varios salones. Ninguno le parecía interesante. Hasta que llegó al final del pasillo y se encontró con el aula de Arte y Fotografía. Sonrió. Parecía muy buena. Se asomó un poco más a la puerta. La profesora de dicha materia la soludó con la mano y siguió con la clase.
Al terminar, Lali ya sabía lo que iba a hacer. Sin duda esa clase era la mejor.
Después las demás eran aburridísimas, así que iba a escoger al azar a ver con qué se encontraba. Se acercaba a administración, cuando vió un acto que rápidamente despertó su furia.
Tres chicos bien altos parecían burlarse de Cande. Ella estaba con la cabeza gacha. Otra jóven rubia salió de una de las aulas y se abazó al otro rubio. Los cuatro reían de ella. Lo que hizo a Lali enfadarse más y correr a la acción.
–¿Qué te pasa, estúpido? –le dijo al chinito que parecía tener toda la facha.
–Uy, esta es otra nuevita –rió el castaño de ojos verdes y un hermoso lunar en la mejilla. Lo cual atrajo a Lali desde el primer momento que lo vió a los ojos–. Encima una petisa de cuarta –la rubia rió.
–Uh estas re gorda, amiga –le dijo a Cande.
Eso último fué lo que impulsó a Lali. Sabía exactamente lo que debía hacer. Miró hacía los alrededores buscando algo con que darle a los chetos.
–¿Qué tanto mirás? Que, ¿Cuando vivías en la calle no había de estas cosas? No vas a robar, eh –rió el rubio.
–Yo no vivo en la calle, idiota –sonrió satisfecha al encontrar lo que ella buscaba–. Che, a ver –dijo tratando de ponerlos en fila.
–No me toques, sucia –exclamó la rubia y el chinito cachetón rió
–¿Por qué nos querés poner en fila? –preguntó el del lunarzote.
–Ustedes ponganse –dijo Lali. Hizo presión en sus ojos lo que hizo que una ráfaga de viento los empujara, poniéndolos, así, en fila.
–¡Cuidado! –exclamó Lali y estalló en risas cuando cuatro masetas, llenas de tierra, caían arriba de las cabezas de cada uno. Cande ahogó una risa, al igual que Lali.
–Es la última vez que se meten con mi amiga, ¿Me escucharon? –preguntó satisfecha. Tomó a Can del brazo y la guió hacía su habitación.
*
–Gracias, La –dijo Cande al cerrar la puerta.
–No es nada, somos amigas, ¿no? –sonrió y le extendió la mano.
–Obvio –estrechándola–. Che, ¿Te puedo hacer una pregunta?
–Claro
–¿De verdad estoy gorda? –preguntó y sus ojos se llenaron de lágrimas.
–No. Sos hermosa. No te dejes llevar por lo que dice un cheto. 
–Gracias.
Lali se bajó de la cama para mirar más de cerca el papel con las reglas de la institución. Pegado en la puerta.
–Hoy hay una... ¿Fiesta? –murmuró confundida.
–¿Qué?
–Can, ¿Qué es una fiesta? –preguntó totalmente avergonzada, pasando su mano por su nuca.
–¿No sabés lo que es una fiesta? –dijo sorprendida
 –No.
–Una fiesta es... un salón o lugar cerrado... –intentó explicar–. Donde pasan música y los chicos bailamos... y hay luces de todos colores y bebidas.
–Suena interesante, ¿Vamos? Por favor, quiero conocer una fiesta –dijo entusiasmada.
–Entonces, vamos –dijo tomándola del brazo llevándola hacía la puerta–. Hay que comprar ropa.
Fueron hasta el local dentro del campus. Se quedaron varios minutos mirando la vidriera hasta que, por fin, entraron.
*
–Estas... hermosa –dijo Cande al ver a su amiga salir del probador.
Lali llevaba una remera negra que decía ''Loca linda'', un short de jean desteñido y unas zapatillas de cuerina, tambien negras.
Se decidió llevar esa ropa y esperó a que salga Cande. Que a la vez también quería comprarse ropa.
Pagaron y se fueron, emocionadas. Cande había estado en varias fiestas, pero sin duda solo el uno por ciento habían estado geniales.
*
La noche se había hecho presente. Paula había entrado a dejar sus cosas y partió hacía el baño a darse una ducha. Cande se había terminado de maquillarse un poco cuando Lali salió. Totalmente hermosa con la ropa que se había comprado. Su cabello un poco acelerado y nada de maquillaje.
–A ver... Vení, sentate –dijo Cande acercándole una silla.
Comenzó a desenredarle el pelo, aunque no fué tan dificil. Le planchó un poco el flequillo.
–Ay –se quejó Lali– ¡Me vas a quemar el pelo con esa cosa caliente! ¡Me llega a pasar algo y te corto la mano con una motosierra!
–¡Es una plancha para el pelo, no te hace daño, sólo lo arregla un poco! –gritó Cande divertida ante las expresiones de Lali– Y ahora... El maquillaje.
Otro problema. Los pelitos del pincel para una base hacían cosquillas en la cara de Lali. Provocando que esta riera ante cualquier cosa. Se asustaba cuando el objeto rozaba sus ojos o sus labios.
Paula había entrado hablando animadamente con una morochita cachetona.
–Dale Pau, se nos va a hacer tarde –se quejó–. Vamos, te cambiás en mi habitación. Ah, hola –dijo mirándo a Lali y Cande.
–Hola, ¿Vos también sos nueva, no? –preguntó Lali curiosa–. Te ví en el cursillo.
–Sí, soy Esperanza. Un gusto. –sonrió– ¡DALE PAULA!
–¡YA VOY! –gritaba esta desde el baño– ¿Dónde carajo dejé mi collar?
–Acá hay uno –dijo Lalii divisando la cadenita de oro sobre uno de los escritorios– ¿Es este?
–Ay, gracias. Nos vemos –dijo tomándo el objeto y saliendo con Esp.
–Me cae bien –dijo Lali.
–A mi igual. Lá, ya estás –dijo acercándole un espejo.
Se miró y no lo podía creer, ¿Esa era ella? No. Wow. Sí, era ella. Se cubrió la boca con una mano.
Ahora sí. Ya estaban listas para una fiesta. En su nueva casa.

8 comentarios:

  1. Seguilaa soy nueva!!!!

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  2. seguiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii QUIERO MAS

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  3. QUIERO VER QUE PASA EN ESA FIESTA, QUIERO VER SI PETER LA NOTA, QUIERO VER COMO ESA VESTIDA LALI, QUIERO LEER TODO

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  4. Subi más me encanta

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  5. Peter es un chetito!! Ponelo en su lugar lali!!!!

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  6. Les dejo mi novela por aca, por si quieren leer , las invito a mi mundo ,donde encontraran historia escritas por mi misma, ustedes desde sus lugares podran vivir esta historia hermosa.

    http://lalilaliter.blogspot.com.ar/

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  7. Primeeero decir perdon por no comentar ni leer pero el tema del colegio me ocupa el tiempo y ahora me puse al dia con la nove RECIEN HOY ajdhkhasjd despues de la emocion de a ver visto a lali ayer en la presentacion de esperanza nadaa sin palabras akhkashfsf me causo gracia que lali no supiera que era la plancha muuuy buen cap nos vemos en el otro capitulo que me voy a leerlo y comentarlo

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