lunes, 30 de marzo de 2015

Yo te protejo.

Allí estaba él. A escasos centímetros de su boca. Oía su respiración, tragaba su aire.
Allí estaba ella. Con sus ojos, color miel, apuntando directamente a los de él, esos ojos verdes, que tanto la volvían loca. Esos mismos, que traían consigo un dolor extremo y muchas lágrimas, enterrados en los de él, trasmitiendo paz, amor y armonía.
-¿Qué me estás haciendo? -señaló ella apuntando su corazón.
-Lo mismo que me haces tú... -murmuró.
-Yo... no puedo.
-Oh, sí. Tu puedes hacer todo lo que te propongas, Lali -alfín la nombró-. Eres única. Fuerte. Especial... Perfecta -terminó de decir.
-Gracias por el cumplido, pero no. No soy nada de eso, lo lamento -dejó un rápido beso en sus labios y salió a los apurones de aquella habitación, dónde estaban encerrados.
La volviste a cagar, Peter le dijo su subconsciente sabes que es delicada.
-Claro que lo sé -susurró y movió la cabeza para espantar esas ideas tontas. Sabía lo que Lali era capaz de hacer. No quería imaginárselo. Bajó ligeramente las escaleras de su gran cabaña en la playa. Ella no debía estar muy lejos. Volvió dentro para buscar algo que lo abrigara, ya que a esas horas de la noche el río atraía al frío.
No supo cuanto caminó, tal vez diez minutos, media hora, tres horas, un mes... No tenía idea. Lali no estaba, por ningún lado.
Él debía ayudarla a superar todo esto que le está pasando. Pero si no la encontraba, ¿Cómo hacía?
Pudo observar una pequeña fogata a lo lejos y entre dos piedras. Suspiró. Podría estar o no protegiéndose del frío. Se acercó un poco más: ella no estaba allí. Su cara se transformó, se tomó la cabeza, algo molesto, y decidió seguir.
Pasaron muchas más horas, el clima helado no cesaba. Se le vino a la mente una imagen de ella. Se sentó bajo un árbol: ¿Donde carajo se había metido? Miró al frente y pudo encontrarse con ella, sí, Lali. Lo miraba con esa angustia, ese pánico. Le extendió un pequeño papel, envuelto en un sobre.

Siento todo esto. Solía ser una persona feliz. Él me cagó la vida. Él me la destrozo. Palabras que van, palabras que vienen. Siento no poder ser la chica que alguna vez soñaste, o tal vez, sigues soñando. Lamentablemente no puedo ser yo, no. No puedo superar las marcas que él dejó en mi vida, en cómo me la arruinó. Tengo una herida que nunca cicatrizará, porque está en mi alma. Si es que tengo. Nuevamente te pido perdón, yo te amo, pero no puedo. Él me busca, yo lo sé, lo presiento.

Miró fijamente a ella. Estaba cabizbaja, intentando no llorar, aunque le fuese imposible. Volvió sus ojos a la carta.

Yo no puedo, no puedo. Me siento mal. De verdad aprecio todo el cariño que sientes por mí. En cómo me cuidas y me tratás. Como me mimás. Me querés, me amas. En tu forma de mirarme, con esa sonrisa tan hermosa, que espero que nunca se borre, así algún día de mi vida pueda imitarla. Estoy dañada, lastimada y perdida. No sé que mas decirte; mi vida fué, es y será una mierda, y lo sé. Lamento que tengas que soportarme, mis intentos de acabar completamente mi vida, mis rechazos, mis llantos por las noches, mi forma de autodestrucción, la borrachera. Todo. Ahora, si me disculpas, yo ya no puedo seguir. No me siento con fuerzas ni ánimos para hacerlo. Yo, Mariana Esposito, necesito salir de esta prisión, urgente. Quiero que sepas que te amo y te amaré por siempre. Nunca lo dudé. 

Era impresionante todo lo que le había hecho sentir en unas simples palabras. Y se sorprendía que se haya enamorado en tan solo una semana. Y aunque ella decía que era prohibido, él la quería y la aceptaba tal y como era. Lali era importante en su vida. Y quería que lo fuese para siempre.
-Yo te ayudaré a superar lo que sea -le dijo intentando tomar su mano. Pero era dio un brinco hacía atrás, evitando el agarre.
-Perdón -dijo, totalmente quebrada-. No puedo ni quiero confiar. Estoy muy lastimada, por dentro, y por fuera -se animó a decir en un murmullo.
-¿por fuera? -preguntó anonadado.
Se levantó la remera: dejando ver muchas marcas de cinto, cortes, arañazos. Su vientre estaba algo abierto y por él salía sangre.
-Yo ya no puedo -volvió a susurrar. Bajándose nuevamente la remera.
-Te ayudo a salir adelante -propuso Peter.
-No creo que puedas. Mucha gente ha intentado ayudarme, y aún así no supero todo el daño que llevo conmigo.
-Oh, vamos, al menos déjame intentarlo -intentó acercarla a él, otro brinco hacia atrás por parte de ella.
-No me toques, aún no confío en tí -le dijo.
-Eso no lo decía hace unas horas, cuando casi me besas -pronunció.
-Fuí una tonta. Nunca debí haberme acercado a tí. No tienes que haces todo esto por mi.
-Si que puedo. Porque es obvio que estoy enamorado de tí -Lali abrió los ojos bien grandes-. Sí. Me has capturado desde el primer momento en que te ví, entrando a ese callejón. En fin, ¿Vas a dejar que te ayude? -ella se quedó pensativa un momento-. Por favor, Lali.
-Está bien. -asintió.
Peter se levantó y se le acercó. Para su sorpresa, ella se dejó. La tomó de la mano y caminaron juntos, nuevamente, hacía la casa en la playa. A orillas del río. Pasos lentos y el sonido del agua chocando contra las costas. Era hermoso.
-Peter... tengo frío -murmuró Lali apretando fuerte sus brazos, intentando autocalentarse. Peter se quitó la chaqueta y unió sus cuerpos, para luego colocarla arriba de ambos- Gracias, por todo -dijo.
-No hay de qué.
Llegaron. Peter abrió la puerta de la cabaña color crema. Prendió la luz dejando ver un poco del desorden que llevaba en sí.
-Ya sabes donde está tu habitación -le dijo-. Vé a darte una ducha. Luego, si quieres, te ayudo a vendar y curarte esos golpes -tiernamente.
-Gracias. Eres el mejor -sonrió y corrió escaleras arriba.
Fué a la cocina a preparar dos café con leche y unas galletitas para acompañarlo. Al rato bajó ella, tan radiante. Llevaba un pijama común y corriente. Algo arañado, pero casi nada.
-Que linda -le dijo.
Intentó mantener la calma al ver que ella bajaba la cabeza y se ponía algo roja, ¡la había sonrojado!
-Ten -le extendió la taza-. Es un café con leche, bien cargado.
-Gracias -sonrió.
-Luego vamos a dormir, Lali. Son las seis y media de la mañana.
-Lamento todo lo que tuviste que pasar por mí. Nunca debí haberme aparecido.
-Oh, no digas eso. Estoy complacido de poder estar contigo, y de haberte conocido. Eres especial.
-Sabes... apenas me llamaste desde tu auto mientras andaba renga por la ruta me dije a mí misma: ''No confíes en él, es un desconocido''. Pero me sonreíste, y en esa sonrisa pude descubrir que eras buena gente, Peter. Ahora mismo sos la primera y única persona importante en mi vida.
-Que tierna -tontamente-. Dejá, yo junto -dijo al ver que ella estaba a punto de empezar a lavar las tazas.
-Voy a dormir. Gracias por todo, nuevamente -decía.
-Por favor. Buenas noches.
-Hasta mañana.
Sonrió como bobo mientras Lali suavemente subía las escaleras hacía su habitación. Se quedó un rato más mirando una serie, y luego se fué a dormir. Eran ya como las siete y algo de la mañana.

-Peter... -murmuró Lali.
Se despertó y allí estaba. Con una túnica blanca y algo que brillaba tras ella, era una especie de... ¿ángel?
-Lali, ¿qué pasa? -le dijo con típico voz de dormido.
-Venía a darte las gracias, por última vez -sonrió-
-¿Cómo por última vez?
-Tú me ayudaste cuando yo más lo necesitaba. Mirá -les enseñó sus ¿alas?
-¿De donde sacaste eso? ¿Y la ropa?
-Ahora estoy en un lugar donde todos nos queremos. Donde no existe el dolor, la traición, Peter. Es muy lindo todo -sonrió-. Apenas llegué, me dieron una misión: salvar a las personas que estuvieron igual o peor que yo cuando estaba viva... -¿¡QUÉ!?-. Lo sé, tu nunca fuiste igual a mí, solo necesitaba despedirme. Fuíste un gran compañero. Te dejé una carta, está en mi habitación. Sube, léela con tranquilidad, por favor. No te alborotes, ni sufras. Te quiero ver feliz, algo que nunca pude ver en mí. Por última vez... Gracias.

Se despertó sobresaltado. Rápidamente se puso una bata con su par de pantuflas y corrió hacía la habitación de Lali. Esperaba que todo hubiese sido una simple pesadilla. Que ella estaba bien, y que iban a pasar una vida juntos. Abrió la puerta y su corazón cayó al piso.
En una de las esquinas, estaba ella. SU LALI. Al lado había un frasco de pastillas para dormir, había medio recipiente vacío. Se acercó a ella, no respiraba, ni tenía pulso. Se largó a llorar, maldiciendo que todo era verdad, y que ella había muerto. No le decía nada. Simplemente se dispuso a leer la carta que había sobre el estómago de Lali.

Peter:
Lo lamento mucho. No pude superar nada. No soy fuerte, nunca lo fuí. Esta semana que pasé con vos fueron los mejores días de mi vida, siento muchísimo pagarte de esta manera. Yo no quería. Sabía que estar con vos era algo imposible, era obvio que mis problemas de alguna u otra forma te iban a llegar. Y sos tan bueno, no quería que la pases mal por mí. No quería verte sufrir, aunque sé que ahora estas sufriendo mucho al leer esto. No quería verte mal. No quería nada que tenga que ver con que vos la pases terrible. Decidí irme, por mi bien, por el tuyo y el de los demás. Decidí alejarme del mundo. Decidí acabar con todo, incluyendo MI vida. Vos no te mereces a alguien como yo, y eso tenlo muy en cuenta. Ojalá encuentres a alguien que te haga muy feliz, cosa que yo no logré hacer. No intentes ir a buscarme en otro mundo, porque me voy a enojar, y mucho. Yo estoy bien. No trates de despertarme ahora, porque luego de tomarme esas cuarenta y cinco pastillas y que pasen los diez minutos suficientes, ya no se puede hacer nada. No fuí fuerte, no pude superarlo, no pude afrontarlo, no pude nada. Ya de por sí, soy una mierda. Espero que no te enojes conmigo, porque eso si no me lo voy a perdonar nunca. GRACIAS, por todo. Yo te amé, te amo y te amaré. Nos vemos cuando te llegue la hora, vas a entrar y yo te voy a abrazar muy fuerte. Tal vez me veas cambiada, feliz. O no, no lo sé. Te quiero muchísimo. Lali.

-No puede ser verdad -murmuró. La miró nuevamente, tendida en el suelo, con un par de lágrimas en los ojitos.
Ya no había nada más que hacer. Lali... había muerto.
Se acercó a ella. Acarició suavemente su mejilla, tomó la mitad del frasco que aún quedaba, negó con la cabeza y lo tiró contra la pared, dejando escapar la otra parte de las pastillas. Se agarró fuertemente la cabeza, pero luego se tranquilizó, y volvió su vista a la pálida Lali totalmente dormida en el suelo, con su mano derecha ubicada en su corazón.
Acercó más su cara con la de ella y presionó los labios contra los fríos de Lali. Era su primer y último beso con ella. Un par de lágrimas cayeron nuevamente.
-Te amo... -le susurró, por último, en el oído.

No todos los cuentos tienen un final feliz. Ni les pienso dar la dirección de mi casa, eh.
¿Les gustó el corto? :3 ah, ¡LLEGAMOS A LAS 10.000 VISITAS, WOW, GRACIAS! quiero que saquen sus conclusiones sobre lo que le haya pasado a Lali, inventen su historia, es como una actividad y esta vez USTEDES van a tener que escribir la historia de La, y yo las voy a leer(:

En cuánto a la maratón de #Powers: Va a ser el día Sábado 11 de Abril y el primer capítulo va a ser a las 15:00 (HORA ARGENTINA). Iba a hacerlo para Semana Santa, pero como es fin de semana largo con mi familia nos vamos a corrientes, así que voy a estar ausente. Ah y ya saben, ¡TODAS EL SÁBADO A LAS TRES ESPERANDO EL CAPITULO, YO LAS GOBIERNO! ahre no, igual si :3 {soy bopilar(?}

Gracias por todo, ¡Comenten!
Juli. (@esposmysmile)



3 comentarios:

  1. Puedes xfavor decirme donde diablos esta tu casa??!! Me hiciste llorar mala!!!

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  2. hermoso, llore un monton, es hermoso, NO QUERIA QUE LALI MUERA.

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  3. hermoso corto llore muchooo sos muy buena escritora!

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