viernes, 11 de diciembre de 2015

VEINTE


Los ojos de Mariana se abrieron como dos grandes melones. Peter solo disfrutaba los labios de la morocha que estaban dulces, suaves y firmemente quietos. Pasaron apenas nueve segundos cuando ella se separò bruscamente.
-¿¡Porquè hiciste eso!? -preguntò, sus ojos estaban un poco hùmedos, sus mejillas coloradas y su rostro solo mostraba enojo y... ¿Verguenza? -¿Porquè me besaste?
-Porque te amo, ¡maldita sea! -gritò.
-No, vos no me amas -dijo màs tranquila- todo el mundo sabe para que me quieres.
-Con vos es distinto, Lali. A mì sì me gustas.
-Tu solo me quieres para tenerme como una mas, un trofeo, no te lo voy a permitir. ¿Què, piensas que caì en tu juego del enamorado? ¿Porque me dices esto ahora, y no antes, cuando supuestamente era una rata? ¿En serio llegaste a pensar que soy una de esas tontas que andan contigo? Estas equivocado, Lanzani. -aclarò.
Estaba por pegar media vuelta e irse, cuando èl la tomò fuertemente del brazo.
  «Se acercó a zancadas y con un movimiento ágil la tomó por los cabellos, haciéndole doler de una manera que nadie se imaginaba. Nadie.»
  «Ese hombre fortachón la arrojó contra una de las paredes de la casa y le dio una fuerte patada en los muslos.»
«La apretó fuertemente del brazo, quitándole la bolsa con las pastillas.»
  «Esto era una pesadilla. No aguantaba màs. Querìa escapar, huìr. Pero no podìa, èl vigilaba todos sus movimientos. »
-No me toques -dijo suavemente, sus ojos se empezaban a llenar de làgrimas. Estaba asustada-, por favor.
-¿Que, ahora te doy miedo?
-Por favor Peter, soltame. -repitiò, tapando su rostro con sus cabellos.
-Hey, ¿Què te pasa? -preguntò preocupado.
-Quiero que dejes de acosarme. Me estas haciendo daño, quiero que me sueltes.
-Bueno -Peter apartò sus manos de ella y las levantò en modo de disculpa- ¿Porque te pusiste asì?
-Sòlo estoy nerviosa -mintiò.
-Mariana, estas llorando. A mì no. ¿Què te pasa? 
-Es una historia larga -comentò, limpiàndose las làgrimas como si nada hubiera pasado.
-Te puedo escuchar...
-¡Llegamos! -avisò Eugenia, saliendo de la casa junto a Luz y Candela- llegò Cande, le dije que estàbamos aquì -sonriò-, ¿Què les pasa a ustedes dos?
-Nada -se apresurò Peter-, sòlo estàbamos charlando -mirò a Lali y ella sonriò en modo de agradecimiento.
-Està bien -se rindiò Euge y el grupo de amigos se sentò junto a ellos.
-¿Y bien? ¿Bailaron? -interrogò Luz divertida.
-Sì, Mariana baila muy bien -dijo Peter mientras ella se sonrojaba. Obviamente evitò la parte del beso.
-Mas tierrrrno -exclamò Candela. Euge riò.
-¿Y vos, Cande? Hace mucho no te veìamos por aquì.
-Amm... me fui de viaje -dijo la flaca.
-¿Y porque no avisaste nada? -insistiò Luz.
-No me andaba bien la señal del telefono.
-Està bien.
La noche se hacìa cada vez màs hermosa y ya eran las dos de la mañana. Luz se despidiò de los chicos y se fue. Era tarde, y a estas horas uno no puede andar caminando solo por las calles, asì que Peter se ofreciò a llevar a Lali a su casa.
El camino fue bastante silencioso, de vez en cuando se escuchaban algunos tarareos de Mariana sobre las canciones de la radio. Peter solo mantenìa los ojos fijos en la calle -como buen conductor- hasta que estaban a pocas cuadras de la casa de ella.
Una vez que llegaron, Peter la ayudò a bajarse y se saludaron con un beso en la mejilla. Èl le prometiò no tocar nunca màs el tema del beso y llegaron a un acuerdo de intentar llevars elo màs bien posible, evitando los recuerdos del pasado.
Èl se asegurò que Lali entrara segura a su casa y luego se fue, no sin antes enviarle un mensaje a su novia... o ex novia:
«Nuestra relaciòn no va, hay mucha diferencia de edad y lo que pasò hoy no me gustò para nada, ¿Porque no me dijiste que tenìas un padre polìtico? ¡Me pueden denunciar por hacerte algo!»
Frenò su coche a un costado cuando su telèfono vibrò. Era un mensaje de Mileva.
«Mi papà me cuida, y si a vos no te gusta, chau.»
Frunciò el ceño molesto y la bloqueò de sus contactos.
-Nuevamente soltero, Lanzani -se dijo, sonriendo victoriosamente.
Prosiguiò en su camino hasta ver a una joven, pràcticamente viò la cara de Mariana asì que frenò, pero luego se dio cuenta que no era ella. En fin, siguiò. Nuevamente viò la cara de Lali sobre la de una pareja de viejitos. Y asì, otras dos veces màs.
-¿Estoy borracho? -dijo y se autocacheteò- No. Definitivamente no estoy borracho -concluyò-, ¿Pero porque la veo en cualquier persona? 
Su estòmago, al parecer, querìa decirle algo y por esta razòn le hacia cosquillas. Se sentìa pleno y feliz. ¿Què mierda estaba pasando?
Ahora sòlo pensaba en ella. En el beso. En su corta historia. Todo relacionado con ella. Lali. Lali. Lali.
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Marcò un nùmero que pocas personas sabìan. El telèfono son+o dos veces y luego alguien atendiò.
-¿Lautaro? Soy yo, estoy yendo para el galpòn en la moto, àbranme. 
-¿Traes noticias de Mariana?
-Sì, decile a algunos de los chicos que llame a Marcos. Tengo bastante informaciòn.
-Està bien -dijo del otro lado del telefono-.


¡Holaa!
Bueno, hoy estoy muy muy inspirada asì que quizà hoy suba dos o tres capitulos que les debo hace rato... ¿Còmo estàn?
Uhm... ¿Quièn es el infiltrado? Creo que ya saben, no es tan dificil, jajajaja.
¡Dentro de un rato nuevamente otro capitulo!
Las quiere, Juli!

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