jueves, 26 de febrero de 2015

Capítulo 28

Los ojos de Lali se abrieron exactamente a las ocho y treinta y seis de la mañana. Era sábado y la semana había pasado increíblemente volando. Hoy tenía que ir a acabar con todo su mundo color negro. No más.
Se dejó el cabello suelto y un conjunto de una remera blanca con una sandía en el centro y un short rojo más unas zapatillas negras. Se miró en el trozo de espejo que le había quedado: nunca se había sentido tan linda en toda su vida. Sonrió satisfecha y salió.
¿Qué loco, no? Ella nunca había pensado en esto. Sentía que nadie la quería, que nunca  iba a ser común, que sería una patética amante de los libros, sin amigos, sin novio, sin nada. Saludó con la mano a la señora Gaitán que regaba las flores amarillas de su hermosa vereda, esta la miró extrañada, pero optó por saludarla. Lali le sonrió. Cruzó la calle.
A las tres cuadras de caminata ya se veía la punta de aquella gran construcción a la que le llamaban Iglesia.
Las campanas chocaban entre sí anunciando las nueve en punto de la mañana. Terminó de caminar el último trayecto. Quedó un segundo mirando de pies a cabeza el gran lugar. Un escalofrío le había recorrido desde el dedo gordo hasta la punta del último pelo. Aún recordaba ese día. Se acercó a la puerta y pujó para entrar, esta hizo un chirrido: como cualquier puerta vieja, viejísima. 
Dentro del lugar no había mas de quince personas orando frente a una gran cruz. A un costado estaba el Padre, hablando con una muchacha que traía una pequeña niña en brazos. Supuso que la estaba bendiciendo, o algo así. Se sentó en una banca a esperar que esta termine. Cuando la joven se fué, se acercó a él. Obvio, el hombre quedó completamente paralizado al verla.
-¿Mariana? -le sonrió.
-Sí -ella se acercó a él y le dió un suave abrazo.
-Pero... ¿Cómo? ¿Sobreviviste? -preguntó.
-Umm... No les doy bolilla, son un poco molestos pero... -se encogió de hombros, no tenía nada para decirle. -Vengo por... eso... -murmuró.
-¿Tuviste una hija? -volvió a preguntar tapándose con ambas manos la boca.
-No -rió Lali -No voy a lastimar a nadie más. No se preocupe, no soy como mi mamá...
-Hablando de ella, ¿Dónde está?
-Prefiero no hablar de eso. Luego de castigarme la vida desapareció de ella -rió irónica-. En fin -cambiando de tema-. Necesito que usted se haga cargo de la ceremonia.
-Claro, mi niña -acarició su mejilla. Sonrió y la abrazó-. Estás tan grande Marianita -dijo pasando su mano por los cabellos de Lali. 

Peter

Me había despertado de buen humor, no lo sé porqué. Me puse mis zapatillas deportivas, me coloqué los auriculares y salí a correr. 
Lali, Lali, Lali y más Lali era lo único que resonaba en mi cabeza. Ya ni las canciones que se reproducían en mi mp3 cantaba. Siempre me confundía en las letras, todo por pensar en ella.
Me siento en una banca del parque en frente del colegio y la veo: Estaba mirando unos vestidos en una vidriera. Paren: ¿vestidos?
Miró hacía atrás y rápidamente me hice el disimulado. Se encogió de hombros y entró en el local.
(...)

Treinta minutos más tarde, ella salía del mismo lugar con una bolsa, una inmensa bolsa. Cruzó la calle y de su cartera sacó un libro. Colocó la bolsa a un costado y se sentó a leer.

LALI

Ya tenía todo preparado para la ceremonia. Eso creo. Según José, el cura a cargo, debía estar vestida no igual, sino parecida a aquella vez. Así que fuí a un local de ropa para fiestas de noche y me conseguí el vestido, los zapatos y la vincha de flores. Listo.
Eran mis últimos días con vista. No había posibilidades de que yo me libere de esto sin alguna clase de castigo. Al salir crucé hacía la plaza de enfrente.
-Mi último libro... -murmuré al sentarme en uno de mis árboles favoritos. Rápidamente limpié una lágrima que había caído en la tapa para que esta no se manche.
Comencé a leer, estaba en los últimos capítulos y la historia era demasiado atrapante. Sonreí al terminarlo, lo guardé en mi bolso y me fuí a casa.

PETER

Lali se levantó de su lugar.
Hace varios días vengo pensando en tenerla conmigo para siempre. Está más que claro que ella es la indicada y yo soy su indicado.
Me había pasado toda la hora en la que estuvo sentada allí buscando una florería, la cual quedaba a media cuadra de la plaza. Hoy tenía que lograrlo, hoy sí.
-¿Peter? -preguntó una voz conocida, yo estaba de espaldas. Me dí vuelta y ahí estaba Lali: con su sonrisa, sus ojos marrones bien profundos. Esos ojos...
-Lá -sonreí y le dejé un lugar en la banca, dónde se sentó.
-¿Y esas flores?
-Bueno... Em... -justo ahora mis pensamientos estaban en blanco, ¡mierda! Debía improvisar- ¿Viste cuando dos personas se quieren, y hacen todo lo posible para estar juntos? -asintió- bueno, eso mismo me está pasando con vos, Lali. Yo quiero dejar de seguir ocultándolos, yo también sé que vos me amas -abrió los ojos como platos- Si vos aceptás esto, yo voy a ser feliz, y te voy a ser feliz -sonreí-. Porque no hay una persona tan maravillosa como vos. Quiero compartir algo más que una amistad... ¿Querés ser mi novia?

aAaAaAa voy a explotar♥ ¡DECÍ QUE SI LÁ!
Perdonen por no subir antes, tenía cero inspiracion :c

Si comentan mucho mucho mucho para hoy esta tarde subo otro capítulo :)

Juli. (@esposmysmile)

5 comentarios: