Capitulo Cinco
*Dedicado a mimii, tus comentarios siempre me dan gracia bue*
*Dedicado a mimii, tus comentarios siempre me dan gracia bue*
– ¿No estabas con la rata? –preguntó Peter a los gritos, al ver a su amiga nuevamente sola.
–Sí, pero se fue. Dijo que debía volver rápido a casa –se encogió
de hombros–. Elías, ¿Vos sabes algo?
–Nop –respondió este, dándole más tragos a su cerveza–,
sheuramente nueshtro papishulis la mando a comprar medicina
–Está re en pedo –le dijo la rubia a su amigo.
–Lo sé, dentro de un rato lo voy a llevar a su casa –correspondió
Peter.
– ¡Hasta que al fin llegas! –gritó Marcos, parándose del sofá.
La apretó fuertemente del brazo, quitándole la bolsa con las
pastillas.
–Mira esto –fue lo único que le dijo, antes de sentarla de
un tirón en el sillón, sujetándola para que no se fuera.
‘’Esta noche, a las
nueve y cuarto, los vecinos de Avenida Saavedra escucharon un fuerte golpe. Al
salir a ver que pasaba, se encontraron con esto’’ La periodista se acercó a
un auto volcado, estaba hecho bolsa. Lali arqueó una ceja preocupada, casi a
punto del llanto. Ese auto se parecía al de su madre. Y al decir verdad, ella todavía
no había llegado a casa. ‘’Rápidamente
llamaron al nueve once. Dentro del coche venía una mujer de treinta años aproximadamente,
herida de gravedad. Su nombre es Gimena Accardi, y fue trasladada de urgencia
al hospital central’’ Ahora sí, ahora lloraba, ahora estaba todo perdido, y
ahora se estaba quedando sin madre. Marcos apretó su mano suavemente, y luego
siguieron mirando. ‘’Me confirman que el vehiculo
perdió el control y se estrelló contra el semáforo que va para mano derecha de
la avenida’’
Marcos apagó el televisor, él no lloraba. En realidad, nunca
le había importado Gimena. Pero a Lali sí, ella estaba devastada.
–Llévame a verla al hospital, por favor –le rogó–. Haré todo lo que tú quieras, pero por
favor déjame ir con ella.
–Ella murió, Mariana. Me lo confirmaron ya, se dio un golpe
muy fuerte en la cabeza y perdió mucha sangre. Ahora deja de llorar, tu madre
no valía la pena.
– ¿Qué no valía la pena, dices? ¡No lo puedo creer, eres la
peor persona que conocí en mi vida!
–Ojo como me tratas, pendeja. Soy tu padre.
– ¡No, mi padre no! –gritó entre sollozos– Jamás me trataste
como una hija, no tienes título adecuado para ser un padre, sos una terrible
persona, ¡te odio!
Eso último revalsó el vaso, Marcos le dio una feroz
cachetada que le quemó hasta la última célula de las mejillas, y la hizo
temblar del pánico que llevaba en ese momento. Él la cargó en sus brazos, dirigiéndose
al subsuelo del hogar, abrió la puerta del sótano y la tiró por las escaleras,
y yéndole de un gran portazo.
Ella lloraba, de tristeza, de bronca y de impotencia. ¿Acaso
su padre no se apiadaba de ella ni siquiera en esta situación? ¡Su madre había
muerto! ¿Quién la iba a salvar ahora? ¿En dónde iba a encontrar una sonrisa que
le alegre los días? ¿Cómo sería todo, ahora que ella no está? Vivir con dos
hombres, un maltratador y otro en camino, no iba a ser fácil. Tenía diecisiete
años recién cumplidos, no iba a aguantar hasta los dieciocho. Probablemente estaría
muerta a esa edad, según pensaba Lali. Se aferro a sus piernas, dejando caer su
espalda por la pared. Lloró por horas, quizás toda la noche, hasta que una caja
pequeña le llamó mucho la atención. Y luego recordó:
–Cuando tu padre esté
durmiendo voy a traerte mantas y comida –le dijo, mientras abría la puerta–,
ahora entra, no querrás hacerlo enojar –murmuró, pero antes de que salga la
volvió a tomar del brazo: –Espero que te guste, feliz cumpleaños, hija. –le sonrío,
entregándole una cajita pequeña.
–Gracias, mamá. Eres
la persona más buena que conozco.
–Cómo voy a
extrañar todo lo que hacías por mí, eras la más buena del mundo –murmuró.
Abrió el regalo y se encontró con una pequeña cadenita de
oro y el dije, que era una llave. También había un papel doblado en varios
cuadraditos, una carta.
Mari. Cada día estás
creciendo más, hoy, antes de que te despertaras, fui a verte sin que te dieras
cuenta. Te vi ahí, tan grande. Recordé cuando eras una niña de apenas nueve años,
todo lo malo que pasaste, y que seguiste pasando por muchos años más. También
me acordé cuando llegaste feliz a casa, fue a la misma edad, habías dado tu
primer beso con un chico, te regañé, porque eras muy chiquita para dar besos a
esa edad, pero estabas tan contenta, me decías que nunca te había pasado algo así,
y que quizás te gustaba de ese galancito. Me senté a tu lado, pero seguías
durmiendo, te acaricié el rostro, pedías que no te haga daño. De verdad lo
siento, nunca pude darte una vida feliz. Pero a partir de ahora, te prometo,
que todo va a cambiar, donde sea que yo esté, te voy a cuidar, vamos a escapar
juntas de este mundo de mierda, ¿Te animas?... En la caja podrás encontrar un
collar con una llave. Esa llave pertenece a tu corazón. Quiero que si algún día
llegas a encontrar el amor de tu vida, se la des. Pero cuando estés dispuesta y
segura que a la persona que le vas a dar eso lo va a cuidar como si fuese un
gran pilar. Por que eso es tu corazón, un pilar. Te quiero mucho, Mamá.
Eugenia sospechaaaaa, me tienen que amar ahre.
¿Guillermina? ¿En serio? ¿Otra màs, Peter? Me caes mal eh
¡Comenten y nos vemos en la proxima semana!
–Maldito seas, Elías. ¡Métete en el auto de una buena vez! –grito
Eugenia, empujándolo hacìa adentro.
–¿Ashia onde me ievan, me van a violà? –chistó entre risas. Euge
dio una larga carcajada y lo metió en el auto.
–Apúrate Peter, quizás este chico se nos tire del coche –suspiró,
cerrando la puerta y quedándose junto a Elías– ¿Cómo es que llegó a este punto
de la borrachera?
–Fue Luz. Bah, ella lo miraba sensualmente y bueno, se quedó
perdido con las copas.
–¿Cómo vamos a hacer con su auto? No puede quedar en casa.
–Después yo lo llevo hasta su casa, tal vez mañana temprano.
Ya de paso me lleva a ver a Guillermina –rió.
Guillermina era la nueva conquistada de Peter. Era una chica
de su altura, flaca con unos pechos gigantes. Además, era una de esas morochas
con ojos verdes que te derriten hasta el alma. Y era de Peter. Al menos, por el
mes de Noviembre.
–Sabes que está mal lo que estás haciendo –murmuró Euge
enojada–, el padre de esa chica es cana, le llegas a hacer algo y vas preso.
–¿Cuántas veces fui preso? Millones, los policías me dejan
ir siempre, y tengo contactos –respondió mientras frenaba frente a la Penthouse
Esposito.
–Te aviso que se durmió –advirtió Euge–, y yo no lo pienso
cargar.
–Yo lo llevo, tú ve a tocar la puerta.
Euge se acercó y dio dos breves golpes a la puerta. Un
hombre bastante grande y morocho le abrió. Su cara mostraba duda.
–¿Qué necesita? –preguntó amablemente.
–Soy Eugenia, y vengo por dos cosas, una, mi mejor amigo está
trayendo a su hijo que se emborrachó en la fiesta –Marcos arqueó una ceja.
–No es la primera vez –musitó despreocupado, dándole paso a
Peter que venía entrando– ¿Y lo otro?
–Ah, sí. ¿Se encuentra Mariana?
Le iba a sacar provecho a la situación, ya que estaba, podía
pasar a ver a su nueva amiga, ¿no? Marcos se tensó y se rasguñó un poco la
cabeza.
–Ell… Ella n-no es…está –tartamudeó.
–¿Se encuentra bien? –interrogó la rubia.
–S-sí –respondió–, Mariana fue a casa de su amiga –mintió.
–Oh, está bien –dijo resignada. Lo que Euge no se imaginaba
es que ella podría estar en algún lado de la casa. Aunque le costaba en como
Lali fue a comprar los medicamentos para su padre y luego, a esas horas de la
noche, salió para la casa de una tal amiga. En fin.
Ambos saludaron al Señor Esposito y regresaron, nuevamente,
a la fiesta.Eugenia sospechaaaaa, me tienen que amar ahre.
¿Guillermina? ¿En serio? ¿Otra màs, Peter? Me caes mal eh
¡Comenten y nos vemos en la proxima semana!
PETER ES UN MALDITO MUJERIEGO QUE SOLO PIENSA EN......bue no lo diré ya q es obvio
ResponderEliminarq lali le diga todo a euge cuando se encuentren
Pobreshita lali la única familia q la quería se murió
PETER DEJA DE PENSAR CON TU **** Y USA DE UNA MALDITO VEZ TUS NEURONAS!!!
Maldita**
EliminarAhh y gracias por dedicarme el cap!
Seguiii
ResponderEliminar