Abrió la puerta y la rubia le dio una alegre sonrisa:
–Hola.
–¿Eugenia? –preguntó, era obvio que era ella.
–Si, em… ¿Se puede? –dijo, mirando el interior de su casa.
–Oh, sí, claro. –musitó, corriéndose hacia un lado para que
la rubia pasara– ¿Qué haces por aquí? ¿Cómo sabes donde vivo?
–Digamos que soy parte del grupo de tu hermano, él me dio la
dirección. Pasaba para pedirte disculpas por la forma en que mi amigo te trató
hoy –murmuró apenada–. No debía, es un mal educado, perdónalo.
–No pasa nada –rió–, no es el primer tarado que me cruzo por
el camino. Igual me causó gracia el ‘’Lali’’, de hecho me gustó mucho el
sobrenombre.
–¿Sí? Bien entonces –sonrió la rubia–, si gustas te diré
Lali. Creo que seremos grandes amigas…
–Supongo que sí, aunque va a ser algo raro, ¿no? Una del
Rockland de Arte y la otra del de Literatura. Wow –rió.
–No importa que seas del otro colegio, nos veo muy bien en
el futuro –le dijo, mientras se paraba y tomaba sus cosas–. Debo irme, la mamá
de Peter me debe estar esperando para comer.
–¿Vivís con él?
–Sí, nosotros somos mejores amigos pero desde que mi papá y
yo nos quedamos sin casa él y su madre nos han alojado, son buena gente, aunque
no lo parezca –pronuncia con una hermosa sonrisa–. Ah, te dejo mi celular, si
quieres uno de estos días te presento a mis amigas, ¿sí?
–Gracias.
–No hay de qué. Nos vemos, Lali –salió caminando
tranquilamente por la puerta.
«Al parecer tengo una amiga» pensó Lali, luego se dijo a si
misma que no confiase en la rubia, es del Rockland de Arte, por lo tanto está
relacionada con los chetos, esos niños rebeldes, nenes bien. Se encogió de
hombros, y subió las escaleras para cambiarse la ropa.
–Euge, que bueno que llegaste con Peter, me estabas
asustando.
–Perdón por no avisarte nada, Emi. Fui a la casa de una
amiga a arreglar unos asuntos –se excusó, mirando mal a Peter.
– ¿Pasa algo? –preguntó Emilia.
–No, nada –respondió él.
–Bueno, vayan a cambiarse que se enfría la comida.
–Así que fuiste a la casa de la tarada –afirmó Peter
mientras subían las escaleras.
–No iba a dejar que ella piense mal de mí por tu
comportamiento, Lanzani –le dijo de mala gana y cerró la puerta de un portazo.
«Solo a ella se le ocurre ir a hablarle a esa persona rara» pensó
Peter, mientras revoleaba los ojos y se encerraba en su habitación.
* * *
Estaba escribiendo en su libreta, cuando Marcos abrió
ferozmente la puerta y la tomó por los cabellos, haciéndola gemir.
–Tú otra vez, ¡maldita niña! –le gritó en el oído, tirando aún
más fuerte.
– ¿Qué hice ahora? –preguntó entre sollozos.
–Anoche tomaste la última pastilla que había para dolores de
cabeza, ¿Acaso no piensas en las personas?
– ¡Sí que pienso! –se defendió–, pero así como pienso en las
otras personas mi salud también es otro tema –murmuró.
Los dolores de cabeza todas las noches eran básicamente por
esto: Marcos por cada ‘’cosa mal’’que hacía la tomaba del pelo, eso era
bastante doloroso y en la mayoría de las veces terminaba tomándose una pastilla
por el dolor de cabeza.
Ese hombre fortachón la arrojó contra una de las paredes de
la casa y le dio una fuerte patada en los muslos. Mariana deseaba que por favor
su madre regresara pronto, sin saber lo que estaba pasando en ese mismo momento
con ella.
–Escúchame bien, pendeja –amenazó, levantándola nuevamente
por el cuello–. Vas a agarrar esa bicicleta que te arregló tu madre, e iras a
comprarme una tableta de pastillas. No quiero quejas.
– ¿Elías donde está? –preguntó. Tal vez su hermano podía
prestarle su coche, ya que afuera había una leve llovizna.
–Él se fue a una fiesta en casa de su amigo, déjalo en paz. Ahora
toma esa bicicleta y ve a comprarme un maldito tablero –repitió, y antes de
irse volvió a hablar–: y esta noche la pasarás en el sótano.
Y así fue, salió con el inmenso frío y la lluvia, se
empapaba y a su bicicleta le costaba andar por la asfaltada calle. Sabía que a
pocas cuadras había una farmacia que trabajaba las veinticuatro horas, así que
se dirigía allí, ignorando que en cualquier momento iba a cruzarse con la mansión
color miel, dónde esta mañana había caído.
Pasó por allí y esa cuadra estaba llena de coches de alta
gama, chicos en la entrada de la gran casa, con un paraguas en la mano y un
vaso de alcohol en la otra. Pasó rápido, temiendo que esos chicos pudieran
hacerle algo. Aunque a la vez no creía, porque parecían tener su edad.
Iba despacio, hasta que una voz familiar le llamó la atención.
–¿Lali? –gritó, la lluvia era cada vez más intensa y no podía
verle la cara.
Dio media vuelta con su bicicleta. Casi cae, pero logró
equilibrarse a tiempo y pararse sobre la vereda. Era Eugenia.
–¿Qué haces por acá, y así de empapada? –preguntó esta
preocupada.
Estaba perdida. No le iba a decir que su padre la había
mandado a esas horas de la noche a comprar cosas para él, con lluvia y en
bicicleta sin paraguas.
–Peter, Agustín esta afuera, y te está llamando –avisó
Lucas, un amigo de Peter.
En ese mismo momento estaba abrazado a May sobre el sillón,
se paró y dejó un ligero beso en los labios de la pelirroja antes de salir
afuera.
–¿Qué pasa, Agus? –preguntó una vez que llegó a la vereda.
–Nada, sólo quería que estés con nosotros un rato acá afuera
–contestó este, sosteniendo su paraguas, dándole leves tragos a su bebida alcohólica–
últimamente pasas mucho tiempo con Mayra.
–¿Con quién está Euge? –interrogó Elías desviando la conversación–,
no es Luz...
–Iré a ver, espérenme aquí –suspiró Peter, acercándose a su
mejor amiga y a… ¿Mariana?
–¿Vos? –ella arqueó una ceja– Euge, no me dijiste que Peter también
estaba aquí –murmuró de mala gana.
–Esta es mi casa –le dijo–, acá la que está de más, sos vos,
chiquita.
–Mirà, no te pego porque…
Intentó seguir, pero miró por encima del hombro de Peter y logró
visualizar a su hermano, totalmente tomado, ‘’jugando’’ con otro chico un poco más
bajo que él.
Rápidamente ignoró los comentarios del estupido de Juan
Pedro y se acercó a Elías.
–¿Qué haces? –le preguntó,
quitándole de las manos el vaso de alcohol.
–¿Vos que hacès? –gritó–, Mariana, vuelve a casa, pero ya, o
le contaré a papá todo –amenazó.
–De hecho, papá me dejó salir –rió ‘’divertida’’ –. Tápate
la boca antes de hablarme, hueles a whisky, y me da vergüenza que seas mi
hermano –tiró la bomba final, le devolvió el vaso y volvió donde Eugenia.
–¿Vos la trajiste, Eugenia? –preguntó de mala gana–, no
quiero ratas en mi fiesta.
–Lali no es una rata, Peter. Es mi amiga.
–¿Lali? –largó una carcajada– ¡Es como le dije yo esta
mañana! –le pegó un suave golpe en el hombro.
–Sí, pero yo no le digo ‘’la linda rata’’, yo le digo así de
cariño-.
–María Eugenia, conociste a esa chica esta mañana, no es
posible que te hayas encariñado tan rápido con ella.
–¿Y como vos si te ‘’encariñas’’ rápido con la primer perra
que se te cruce? –preguntó exasperada, le dio la espalda y se acercó a Lali,
nuevamente.
–Ven, Lali, te prestaré mi ropa y una toalla para que te
seques, hace frío y podrías enfermarte.
En ese momento, el vibrador del celular le avisó que tenía
un nuevo mensaje:
«¿Dónde mierda te metiste? APURATE» Era obvio que era de
Marcos, se paró en seco mientras Eugenia la miraba extrañada:
–¿Qué pasa, La?
–Nada… Solo tengo que… Debo volver a casa.
–Pero estás empapada, dale… subí, te secas y cuando pare la
lluvia te vas, ¿si?
–No, no puedo. Otro día vengo, disculpa Euge –le dijo
apresuradamente, tomó su bicicleta y salió rumbo para la farmacia. De todas
formas, ya sabía que lo que se venía no era bueno.¿Hay alguien ahì? Jajaja, hola bebas!
Perdon por no subir este tiempichulis(? pasa q en mi colegio se esta acabando el segundo trimestre y a mis profesores no se les da otra idea que tomarnos todas las evaluaciones juntas... son unos cornudos ahre
El 15 fuimo' todass las laliterss al obelis-lisco y saqueamos el mcdonals!! ♪♪ eaeaea ahre no #LALITER9
No me maten por subir tarde sho las amo ah
¡Nos vemos!
Peter: estupido
ResponderEliminarMarcos:hdp
Euge:tierna
Elias:tarado
Ahh y casi me olvido
Myra:PERRA (JAJJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJJAJ tenia q agregarla)